Cuando nos disponemos a trabajar con energías, a menudo, surgen dudas de si se puede creer en esta rama sanadora, si es compatible con tus otras creencias o si está bien o mal que acudas a este tipo de terapias. Bien, pues no tengas miedo, no dudes, la energía no tiene nombre ni religión. El poder de la mente no se le puede etiquetar ni catalogar con ninguna cruz, una raza, una etnia o religión. Creas en el dios que creas, tanto como si eres ateo, todo este mundo está abierto a cualquier índole de la que provengas. La energía fluye igual, infinita y libre, llena de amor y paz, alumbrando los corazones de la gente que la busca.
Es más, en algunas meditaciones que oramos a “Dios” cada uno es libre de llamarlo como sea, ya sea fuente, luz, amor, divinidad, Jesucristo, Ala, Jehová, Mahoma, Shiva, o cualquiera de los miles de dioses diferentes que hay. El resultado es el mismo, pues te estas dirigiendo a lo más grande que existe, lo que nos une a todos…. Una energía infinita llena de amor y sabiduría.
Así que no temas, prueba cualquier terapia de las que ofrezco y comprueba los resultados por ti mismo, no hay daño que te pueda hacer, ni dios que se pueda enfadar por querer sanarte, o ser un poquito mejor, o tenerlo y sentirlo más cerca que nunca.
¡Adelante!